
El verano da sus últimos coletazos, y paradójicamente hoy ha sido uno de los días de más calor en París.
El pasado finde estuve de visita en Rouen. Hace justo diez años, en el verano del 99, me pasé un mes en la Alliance Française que estaba entonces en el muelle junto al Sena. Pasé un mes aprendiendo francés allí, viviendo en casa de Madame Dussart y dividiendo mis días entre las clases y el O'Kallaghans, un pub irlandés frente a la iglesia de St Ouen. Allí, como buen hispanoparlante imbécil, me hice amigo de un venezolano llamado Chespi, que entonces sabía tan poco francés como yo.
Diez años más tarde, la catedral sigue ahí, la iglesia de St Ouen y el Grand Horloge, también. Y también sigue ahí mi amigo Chespi, ahora arquitecto, ex-jugador de la primera división de béisbol en Francia y experto rouennais que hizo de cicerone. Y también sigue allí el O'Kallaghan's, aunque han quitado las mesas de picnic de la terraza en la que tantas horas invertimos. Una ciudad fantástica Rouen, muy parecida a Estrasburgo, pero con la ventaja añadida de que, una vez que pongan el TGV, uno se podrá plantar en París en media hora.
Como decía Morrison, summer's almost gone. Almost.
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