
El siglo XXI parece que está hecho de experiencias breves, intensas y olvidables.
Será para calmar la ansiedad que acepté a préstamo "The lost symbol", el nuevo libro de Dan Brown. Tengo que reconocer que leí "El código Da Vinci" tarde, cuando ya era un boom, y más obligado por la sociedad (y cuando digo la sociedad, digo mi querido amigo Blaski) que por interés propio. Pues bien, aquel libro me duró 48 horas. "The lost symbol" me ha durado un poco más: del jueves al lunes.
Se puede discutir la calidad escritora de Dan Brown ("La Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini glorificaba los cuatro mayores ríos del Mundo Antiguo - el Nilo, el Ganges, el Danubio y el Río de la Plata" suelta tan tranquilo en el Código Da Vinci), pero está claro que el tipo ha dado con una fórmula que domina, y que además funciona a las mil maravillas.
"The lost symbol" vuelve a seguir las aventuras de Robert Langdon -aquí sin el espantoso corte de pelo de Tom Hanks- a través de una ciudad -Washington donde antes estuvieron París y Roma- con una malo malísimo que le persigue, una científica que le acompaña y en medio de una conspiración religiosoide que amenaza con acabar con algo importante.
El libro vuelve a estar dividido en infinidad de capítulos cortos, como secuencias de una película, cada uno de ellos rematado por un cliffhanger, un momento emocionante que te deja, literalmente, colgado del acantilado.
Hay dos cosas que no puedo aguantar de Dan Brown: una, su manía de enfatizar frases importantes en cursiva (será para que los lectores americanos no se pierdan) y dos, las veintisiete veces que utiliza en cada novela frases del estilo "y entonces, como golpeado por un rayo, supo la verdad".
"The lost symbol", más allá de las pajas mentales de los rompecabezas religiosos, que a mí me importan más bien poco, está bien narrada, y hasta tiene una escena (la persecución a oscuras) bastante brillante. Tengo la suerte, además, de que no soy de esos (y a la cabeza de "esos" vuelve a estar el inefable Blaski) que se adelantan al giro final de una trama. Al llegar a ese punto del relato, una vez más me di cabezazos contra la pared al comprobar que todas las piezas encajaban por fin.
El final de la historia, como pasaba en sus novelas precedentes, es intrascendente. La conspiración no es para tanto, y después del gran giro hay treinta páginas de epílogo morralloso que deberían venir impresas con un trepado para ser arrancadas directamente sin estropear el resto del libro.
Eso no quita para que la nueva novela de Dan Brown sea un libro ideal para el siglo XXI: breve, intenso y olvidable.
5 comentarios:
Ayyy! que 4 días perdistes leyendo al patético de Dan Brown (apostaría 100 pavos a que ya no escribe ni él) pudiendo haber ayudado a todo Gotham a librarse de las amenazas del Joker en el Arkham Asylum (el mejor juego para PS3 en la que llevamos de consola...)
Yo creo que es much better calidad literaria que calidad escritora (que parece una señora). Yo sigo con mi vocación de correctora de pruebas (no saben las editoriales lo que se han perdido sin mi). La critica del libro es apabullante. Por qué no te dedicas a estas tareas full time, con lo que te gusta y lo bien que se te da?
Mi abuela, tan sabia ella, dice "nunca compres un libro en el que el nombre del escritor tiene mayor tamaño que el título del libro".
Me gusta la filosofía de la abuela de Dewey!
Aún no me lo he leído, pero supongo que lo haré cuando salga en castellano. El codigo Da Vinci me pareció una novela barata de aventuras. Me gustó mucho más Angeles y Demonios. Las películas... para fusilarles con mierda.
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