The Fighter: en busca del Oscar perdido

Quería ver 127 horas, pero me la han quitado de los cines del barrio, así que acabé metido en The Fighter, por la que Christian Bale rascó un Oscar al mejor actor secundario hace algunas semanas.

Vaya por delante que Bale me parece probablemente el actor más sólido que hay en Hollywood hoy día. Le vi por primera vez hace diez años brillando como prota de American Psycho. Flipé con los veinte kilos que perdió para interpretar The Machinist, me encantó en las dos Batman y se salvó del desastre que fue Terminator: Salvation. En The Fighter interpreta al hermano yonqui del boxeador que interpreta Mark Wahlberg. Nueva pérdida de peso, dientes falsos y una buena interpretación hacen el resto para llevarse la estatuilla. Y ese es el problema: The Fighter parece una película concebida sólo para brillar en la ceremonia de los Oscar.


Podría ahora comentar como suelo la fotografía de la cosa, la interpretación de los actores, la música y todo lo demás. Pero paso. The Fighter es una película que cuenta una historia sin mayor interés. Me pasé la película esperando a que sucediera ese momento crítico que tienen los buenos guiones, ese punto de inflexión que convierte una historia corriente en una película de cine. Y a base de esperar, pasaron hora y cuarenta y cinco minutos y no pasó nada. 


Lo único que vi es a un par de productores -los Weinstein para más señas- frotándose las manos ante la perspectiva de poner a Batman a hacer de yonqui, a Wahlberg a pasar por un boxeador creíble y a hacer todo tan realista y grimoso que parecía una secuela del The Wrestler de Aronofsky -aquí coproductor- de hace un par de años. Todo ello en una peli que sólo costó 25 millones de dólares, ya que las estrellas -la mayor partida presupuestaria en una historia sin efectos especiales como ésta- aceptaron cobrar una miseria por poder tener el honor de participar de esta historia. Como si hubieran ido poniendo equis en todas las casillas que llevan a los Oscar.


Al final la Academia de Hollywood les dio la razón. Y me jode, porque al final se acaban rodando historias del agrado de los tipos que deciden quién se lleva la puta estatuilla, y no del público.


Ah, sí, la película iba de boxeo. Por si os gusta ese deporte, digo.

0 comentarios: