El hígado, la pleura y el muñeco de vudú

Me imaginaréis recuperado a estas alturas de mis últimas aventuras hospitalarias... error!
El pasado miércoles, con una fiebre de 38 grados y un insólito dolor en la espalda, volví al hospital de Cochin. Déjà vu de la rehostia al entrar en la sala de urgencias. Me hicieron otro escáner y, voilà, le ha tocado caballero como premio extraordinario un abceso en el hígado. O lo que es lo mismo, una nueva infección.

Me pasé la noche, la moral por los suelos, en el mismo escenario de mis últimas aventuras. Distinto compañero de habitación -monsieur Nataf, que por allí seguía, no había tardado en reemplazarme- de nombre monsieur Grégoire, con pinta de veterano pistolero del oeste alcanzado mortalmente por una bala perdida. Por lo menos era silencioso.

A la mañana siguiente, consumido de estar allí, pedí el alta voluntaria ante la estupefacción del médico parisino que me atendía y me vine, mano a mano con la de siempre, en un avión hasta Bilbao. De ahí en coche
hasta Santander, en cuyo hospital pasé la siguiente noche.

La primera diferencia en el hospital de mi tierra fue la cena. Llegué y había una bandeja tapada con cosas debajo. La abrimos esperando un nuevo cuenco de agua caliente con polvos, y para nada oiga; pollo con patatas, ensalada, sopa de ajo, y natillas Danone a las cuales me niego a llamar Danet. Otro rollo. Me hicieron una ecografía -lo que se ve en las pelis que le hacen a las embarazadas- y me enseñaron mi nueva infección, que era la causa de la fiebre... y de mi dolor de espalda. Qué tiene que ver una infección en el hígado con un dolor de espalda, os preguntaréis.

La respuesta se llama derrame pleural.

Como se ve en el gráfico anexo, tengo el pulmón derecho con líquido (al revés de hecho de lo que se ve aquí). Lo que pasa por debajo de los pulmones es el diafragma, que se mueve al respirar/estornudar/toser/reírse. Y debajo inmediatamente del diafragma, tenemos al hígado.
Resumen y conclusión, que la inflamación del hígado pega con el diafragma, que roza con los pulmones y éstos, a modo de protesta silenciosa pro Tíbet,sueltan líquido.
El dolor resultante, por poneros un símil comprensible, es igual que la escena de Indiana
Jones y el templo maldito en la que un niño malo hace vudú a Indy clavándole una aguja de coser a un muñeco de trapo con forma de Indy. Poneos la escena y mirad la cara de Harrison. La risa, vamos.
Así que en este momento estoy en casa con hospitalización domiciliaria -arresto domiciliario para los amigos-, antibiótico en vena cada seis horas y esperando a que mi fiebre desaparezca para que me den de una puta vez la libertad condicional... y pueda ir al Sardinero el miércoles por la noche.

1 comentarios:

Anonymous said...

tú qué? para una vez que te coges algo te tienes que coger todo a la vez? no señor, deja algo para los demás.. o aprende de blaski, que se cogió una apendicitis normal y corriente y a la semana ya estaba dando saltos... que no sabes, de verdad...
en fin, que mejor te llamo por teléfono a ver qué tal andas..
un besazo!