Go Blade Runner

Esta es la historia de Oscar Pistorius. Quizás la hayáis leído en los periódicos o visto en las noticias, pero por si acaso alguien se la ha perdido, me parece importante contarla.

Oscar Pistorius nació en Sudáfrica en 1986. Por un problema congénito, a los 11 meses tuvieron que amputarle ambas piernas a medio camino entre las rodillas y los tobillos.

Desde pequeño empezó a hacer deporte, como waterpolo, tenis, rubgy (!) o lucha (!!). Tras una lesión de rodilla en 2004, empezó a correr como terapia de rehabilitación.
Y resulta que, cual Forrest Gump con piernas biónicas, Oscar empezó a correr mucho. A correr como alma que lleva el diablo.
Tanto esto es así, que en el mismo verano de 2004 le mandaron con el equipo sudafricano a los juegos paralímpicos de Atenas (que se celebran después de los olímpicos y que nadie ve). Y Oscar no sólo se plantó en la final de 100 m, sino que se llevó la medalla de oro y record del mundo al correr los 200 metros en 21,97 segundos. Intentad correr 200 metros (dos veces el largo de un campo de fútbol) en ese tiempo, y me lo contáis después.

En el campeonato mundial de paralímpicos de 2006, Oscar no sólo repitió en 200, mejorando su récord, sino que arrasó en 100 y en 400 metros lisos.
Así que pasó lo que tenía que pasar: Oscar consiguió que le dejaran competir con la gente sin discapacidad. En el verano de 2007, compitió en 400 metros en un meeting en Sheffield, e hizo séptimo con 47,65 segundos. El ganador, para que os hagáis a la idea, corrió en dos segundos menos.
Así que Oscar pensó que sería una buena idea ir a correr a Pekín.

Sin embargo, alguien en el comité de la federación internacional de atletismo pensó que sus piernas prostéticas, lejos de ser una putada, son una ventaja competitiva, y que si dejaban correr con ellas a Oscar, pronto la gente no dudaría en amputarse las piernas para convertirse en Robocops con zapatillas deportivas.

Después de muchos dimes y diretes, con sus tribunales parriba y pabajo, parece que a alguien se le ha ocurrido que las piernas (blades en inglés, de ahí lo de Blade Runner) de Oscar no son tantísima ventaja, y que a lo mejor el chaval se las puso para poder correr. A secas.

Así que nuestro amigo Oscar ahora se encuentra ante la oportunidad de poder correr en unos Juegos Olímpicos. Sólo tiene que conseguir bajar su marca en 400 m. de 46,56 a 45,95 segundos, mínimo olímpico, para que sus piernas biónicas alucinen al personal en los juegos de Pekín. Así que todos con el Blade Runner sudafricano. Ánimo, chaval.

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