De vuelta a la guitarra de John Lennon

Supongo que cada uno tenemos nuestras influencias musicales. En mi caso, las mías van desde mi madre, que me ponía la Sinfonía de los Juguetes de Leopold Mozart para dormir, hasta mi primo Obelix, que me descubrió Siniestro Total o Led Zeppelin, pasando por Álvaro Álvaro que me introdujo al maravilloso mundo coral de Manolo Kabezabolo o los memorables Buffalo Springfield.
Tanta variedad de gusto, tanta heterogeneidad de criterios, y sólo un grupo incuestionable para todos, unánimemente celebrado: The Beatles.


Así, tuve la suerte de crecer al lado de George, John, Paul y Ringo, iniciándome con la armónica de Lennon en Love me do y acabando con el Let it be de Macca. Tu primer A hard day's night, el viaje iniciático a través de Sargent Pepper's o la locura de Helter Skelter son cosas que se te quedan huecograbadas en la memoria.
Los Beatles fueron mi primera frikada: enseguida me hice coleccionista de todo tipo de cosas relacionadas con ellos, desde libros -aquel maravilloso pop-up q
ue me regaló Paco Recio- hasta vídeos, camisetas, imanes, pins y hasta un reloj. En Santander tengo una balda con la discografía completa, singles, rarities y demás historias de los Fab Four.

Con el paso de los años, me fui dando cuenta de que, aparte de dejarme una pasta en el coleccionismo, la cosa parecía no tener fondo. Además, no es lo mismo que tu dinero repercuta en los artistas que se lo curraron, a que los millones le lluevan a una colección de viudas, hijos y directivos de Apple Corps.


Desde el 95, cuando sacaron el álbum inédito "Live at the BBC", la cantidad de merchandising de los Beatles ha explotado, hasta el punto que han conseguido sacar hasta tres álbumes nuevos de un grupo extinto en 1970: Anthology, One y Love. Todos ellos, por cierto, éxitos de ventas.
La cosa es que ahora, al borde del 40 aniversario de la ruptura, vivimos una nueva ola de merchandising beatlemaniaco: una nueva ola de camisetas, tazas, libros y hasta un videojuego invaden las tiendas.
Aunque el plato fuerte es la remasterización de la discografía completa, re digitalizada a partir de las grabaciones originales -que se conservan en una caja fuerte en Abbey Road Studios- y que, según los críticos, dejan en ridículos los "patéticos" CDs existentes hasta ahora. Además, ha sacado una caja con toda la discografía en mono -tal y como fue concebida y como sonaba cuando fue publicada en LP por primera vez- que tiene su rollete, si no fuera por los 339 euros que cuesta.


Como beatlemaniaco que soy, creo que sólo el videojuego Rock Band: aporta algo nuevo, y da un valor añadido al legado de, porqué no decirlo, la marca The Beatles. La remasterización de los álbums no creo que ofrezca nada a la gente que está habituada a la calidad mp3; es más, me encantó escuchar al propio Paul McCartney comentar que a él los Beatles le gustaban hasta en la radio de la playa. Y la remasterización de los álbums, por mucho que la vendan como deluxe, está editada en cartón.


Para llegar a erosionar una marca tan fuerte como The Beatles tendrían que hacer algo muy gordo, como una película de su vida con Orlando Bloom en el papel de John Lennon. Y quizá ni aún así.

Aunque, por mucho que me moleste la sobreexplotación de los chicos de Liverpool, siempre es y será un gustazo darle al play y empezar otra vez por el principio, por la armónica de John Lennon.

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