Vuelta al cine. Obligado por cuestiones de amistad a esperar hasta la semana que viene para ver Transformers 3, pensé que sería una buena idea (incluso un gesto pseudopatriótico) ir a ver la "Balada triste de trompeta" de Alex de la Iglesia que se ha estrenado esta semana en París.
Podría resumir la cosa en que por primera vez en mi vida me he salido de una sala de cine. Pero eso sería ser caritativo con la peli de De la Iglesia.
Ni siquiera me hace falta saber cómo acaba la cosa. Y eso que empieza bien, con una primera escena en la que milicianos republicanos interrumpen una función de circo para reclutar soldados, y acaba con Santiago Segura rebanando cuellos machete en mano vestido de payaso. A partir de ahí, el propio Torrente es el que pone el primer clavo en el ataúd de BTDT con una actuación penosa, propia de un tipo que no se ha leído el guión hasta una hora antes de empezar a rodar.
Hablando de guión, la cosa es dramática, no en la acepción artística del término sino en lo conmovedor del asunto (conmovedor para mal). Las relaciones entre los personajes están cogidas no ya con pinzas, sino tal como quedaría colgar con clips un jersey de lana mojado: torpe, pesado, arrastrando a todo lo que hay alrededor de él.
No se sostiene ni un hilo: el malo alcohólico y maltratador que está con una tía guapa a la que le va un gordo que a su vez se cruza dos veces con ella y se quieren tanto que parece que han crecido puerta con puerta. Todo esto ambientado en el mundo del circo en la España franquista, que le da un rollo muy Jean-Pierre Jeunet al conjunto, quizá con la secreta esperanza de que los que encuentren el fondo insolvente al menos se lo pasen bien con la forma.
Luego la cosa degenera hasta el punto en que el gordo intenta matar al alcohólico, y tras escapar de los picoletos acaba recogiendo perdices con la boca en el coto de caza de un acólito de Franco.
Pero más allá de problemas en cada uno de los pilares de la peli, mi objeción principal al tema es la actitud con la que se presenta la narrativa: cada plano, cada escena, cada segundo de metraje está concebido con autocomplacencia, con soberbia. Balada triste de trompeta es una película pretenciosa (hasta en su propio título), y ése es su principal pecado.
En cualquier caso, si este es el nivel actual de Alex de la Iglesia, no me extraña que esté a favor de la circulación libre de contenidos por internet: no debe haber un pirata que quiera bajarse su película.
A todo esto, cuando escapé de ese horror acabé metido en Kung Fu Panda 2. Hace tres años en este mismo blog hablé de la primera película, que hoy recuerdo como una cinta de animación divertida, probablemente por su total descerebre y ausencia de pretensiones.
La diferencia es que, si bien en 2008 decía que no competía en la liga de Pixar, hoy creo que sigue sin hacerlo, pero no por falta de calidad (la animación está a la par con Toy Story 3) sino precisamente porque Pixar lleva unos años tomándose demasiado en serio, mientras que Kung Fu Panda sigue fiel a lo suyo: un oso repartiendo mamporros. La premisa sin duda ayuda, pero la grandeza de los padres de la criatura está en saber tomarse la cosa a risa, y hacer al público partícipe de la broma.
Podría resumir la cosa en que por primera vez en mi vida me he salido de una sala de cine. Pero eso sería ser caritativo con la peli de De la Iglesia.
Ni siquiera me hace falta saber cómo acaba la cosa. Y eso que empieza bien, con una primera escena en la que milicianos republicanos interrumpen una función de circo para reclutar soldados, y acaba con Santiago Segura rebanando cuellos machete en mano vestido de payaso. A partir de ahí, el propio Torrente es el que pone el primer clavo en el ataúd de BTDT con una actuación penosa, propia de un tipo que no se ha leído el guión hasta una hora antes de empezar a rodar.
Hablando de guión, la cosa es dramática, no en la acepción artística del término sino en lo conmovedor del asunto (conmovedor para mal). Las relaciones entre los personajes están cogidas no ya con pinzas, sino tal como quedaría colgar con clips un jersey de lana mojado: torpe, pesado, arrastrando a todo lo que hay alrededor de él.
No se sostiene ni un hilo: el malo alcohólico y maltratador que está con una tía guapa a la que le va un gordo que a su vez se cruza dos veces con ella y se quieren tanto que parece que han crecido puerta con puerta. Todo esto ambientado en el mundo del circo en la España franquista, que le da un rollo muy Jean-Pierre Jeunet al conjunto, quizá con la secreta esperanza de que los que encuentren el fondo insolvente al menos se lo pasen bien con la forma.
Luego la cosa degenera hasta el punto en que el gordo intenta matar al alcohólico, y tras escapar de los picoletos acaba recogiendo perdices con la boca en el coto de caza de un acólito de Franco.
Pero más allá de problemas en cada uno de los pilares de la peli, mi objeción principal al tema es la actitud con la que se presenta la narrativa: cada plano, cada escena, cada segundo de metraje está concebido con autocomplacencia, con soberbia. Balada triste de trompeta es una película pretenciosa (hasta en su propio título), y ése es su principal pecado.
En cualquier caso, si este es el nivel actual de Alex de la Iglesia, no me extraña que esté a favor de la circulación libre de contenidos por internet: no debe haber un pirata que quiera bajarse su película.
A todo esto, cuando escapé de ese horror acabé metido en Kung Fu Panda 2. Hace tres años en este mismo blog hablé de la primera película, que hoy recuerdo como una cinta de animación divertida, probablemente por su total descerebre y ausencia de pretensiones.
La diferencia es que, si bien en 2008 decía que no competía en la liga de Pixar, hoy creo que sigue sin hacerlo, pero no por falta de calidad (la animación está a la par con Toy Story 3) sino precisamente porque Pixar lleva unos años tomándose demasiado en serio, mientras que Kung Fu Panda sigue fiel a lo suyo: un oso repartiendo mamporros. La premisa sin duda ayuda, pero la grandeza de los padres de la criatura está en saber tomarse la cosa a risa, y hacer al público partícipe de la broma.
3 comentarios:
Lo siento, Adri, pero tengo que decirlo...
SOLO A TI SE TE OCURRE.
Tengo que decir también que te equivocas en otra cosa. Yo me negué en redondo a ir al cine porque me esperaba que fuera una puta mierda, así que dije, "ya que este hombre está a favor, hago clic, y que venga a mi su película". Ni la reseñé en el blog de lo horrenda que me pareció. De hecho, like you, no la acabé de ver.
Desde el cariño te digo que entonces lo que eres es un hijolagranputa. Vamos a ver, que es del tipo de experiencias que pueden hacer descarrilar a uno! Lo suyo era, según metiste el archivo en la papelera de reciclaje, mandarme un mensaje urgente para que no se me ocurriera verla.
Lo dicho, eres un maricón y espero que vayas al cielo y San Pedro te sodomice sin condón of course.
Sinceramente, no se me ocurrió pensar que a ti se te iba a ocurrir ver este truño. y menos aún en el cine.
Pero tomo nota. Avisar a Adri de los truñacos.
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