
Ante la sequía cinematográfica generalizada -de la penúltima que vi, Surrogates, con Bruce Willis, no me alcanzó el entusiasmo para escribir un post- ayer fuimos a ver 2012, la nueva y definitiva película de catástrofes del amigo Roland Emmerich.
Después de hacer que los extraterrestres arrasaran la Tierra en Independence Day y que la era glacial se llevara por delante la Estatua de la Libertad en El día de mañana, el director alemán nos plantea ahora una destrucción por... bueno, porque el sol se recalienta, y el núcleo de la Tierra se vuelve loco. Whatever.
Tan complicada es de explicar la razón de todo este cirio, que algunos americanos se lo han tomado en serio, y la NASA ha tenido que montar una rueda de prensa para confirmar que la Tierra seguirá en su sitio dentro de tres años. En fin.
Los efectos son cojonudos, o casi tan cojonudos como se pueden hacer con un presupuesto de 250 millones de dólares. ¿Credibilidad? Hombre, por muchos píxeles que se le echen, resulta complicado creerse al monte Everest en primera línea de playa.
2012 es una película que, si se quiere ver, hay que hacerlo en un cine. Es más, si se puede elegir, lo ideal sería verla en una sala Imax, o en 3D, con un buen cubo de palomitas entre las piernas. La escena, por ejemplo, en la que los protagonistas tratan de escapar de Los Ángeles en avioneta, tiene que ser impresionante vista así.
Entre tanta destrucción, de vez en cuando aparece algún actor. El protagonista máximo, John Cusack, parece recién salido del rodaje de Con Air. El mismo aire de empanado, y la misma capacidad de resolver situaciones límite sin darse cuenta. El único que parece disfrutar entre tanta pantalla verde es Woody Harrelson, que se pasa lo que dura su papel -pequeño- con cara de esperar a cobrar el cheque -grande-.
De la película me quedo con dos cosas: una, ese presidente español entre el top ten de líderes mundiales dispuestos a decidir el futuro de la raza humana, y dos, con esa escena totalmente gratuita pero siempre resultona de la destrucción del Vaticano.
Aunque para catástrofe de verdad, la que se vivió el pasado sábado en París. La historia es que un sitio web llamado Mailorama había anunciado como show de relaciones públicas en el que iba a

Total, que los diez agentes de seguridad privados contratados por Mailorama se vieron desbordados por semejante avalancha humana, y la policía decidió anular el espectáculo. Esto no terminó de convencer a los allí reunidos, que ni cortos ni perezosos comenzaron a lanzar de todo, y en un momento de calentón, alehop, pusieron un coche ruedas arriba. Diez arrestos y unos cuantos porrazos después, las cosas volvieron a su cauce. Ahora, eso sí, parece que será Mailorama la que tendrá que utilizar los 100.000 euros que pretendía distribuir para pagar la cuenta de los desperfectos. Seguro que si el presidente de Mailorama va al cine, 2012 le parece baba de caracol al lado de la que le han preparado sus chicos de márketing.
2 comentarios:
Te repito lo mismo que puse en facebook:
La peli es entretenida, te lo pasas bien, Woody Harrelson está sublime... pero, ¿No te da la impresión de que a Emerich le importa más destruir cosas por detrás que plantearte unos personajes interesantes? Antes de que me sueltes lo de "demagogo" me explico: En manos de otro guionista, los personajes te llegan más. Me remito a Armagedon, de ese pedazo de genio que es Bay. Ahí, cuando el actor secundario palmaba, se te encogía el esfinter. Y cuando Bruce Willis se sacrificaba por la humanidad, te daban ganas de dejar tu hombría a un lado y ponerte a llorar. Sin embargo, en 2012 te da igual lo que le pase a cualquier personaje:
- Jonh Cusack: Al final cuando le dicen que es una misión suicida me la sudaba que se muriera.
- Amanda Peet: Se limita a pasearse junto a Cusack con cara de preocupación. Durante tooooooda la película te importa una mierda si vive, muere o desaparece magicamente.
- El presidente: Por dios, el PRESIDENTE de los ESTADOS UNIDOS va a morir... ¿Y no te llega al alma? ¡¡¡¡Pero si hasta cuando el padre borracho de Dennis Quaid se suicidaba en Independence Day para salvar a la humanidad te daba más pena!!!
- El marido de Amanda Peet: Gran personaje para haber conseguido que su muerte te dejara ese sabor agridulce que las películas de antes conseguían dejarte. El de "joder, era el enemigo del prota, pero hasta me caia bien". Aquí, cuando muere, casi ni te enteras de por qué ha sido. Y de repente ya no está. Y una vez más, te la pela.
- El piloto ruso: Otro tío para hacer que su muerte fuera sublime... y bah.
- El ruso gilipollas: Otra ocasión desperdiciada.
- La rusa: Pues lo mismo. En las pelis de desastres de antes cuando la gente moría te angustiaba, ya fuera Poseidón, Armageddon, Parque jurásico o El coloso en llamas. Aquí, te da igual.
Eso sí, cada vez que Emerich destruye algo estás con la boca abierta. Vale, la persecución de la limusina era comparable al desastre de efectos especiales de King Kong, pero el resto es flipante. Desde las masas de tierra hundiéndose hasta el portaviones aplastando la Casa Blanca. Flipante.
Otra catástrofe: quién demonios es "Víctor"?
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