John Rambo



Viernes por la tarde, uno sale cansado de trabajar, y la única opción de ir al cine es ver una película que sepas positivamente a priori que te va a mantener con los ojos en la pantalla.

Pues bien, John Rambo era para mí la candidata ideal. Y vaya si lo consigue. Los ojos y los oídos.

Quizás después del despropósito que fue "Rambo III", que por otra parte vista veinte años más tarde tiene su gracia, nadie esperaba una cuarta entrega. Pero qué coño, se dijo Sylvester, si la peña ha tragado con un sexto Rocky, why not.

Lo cierto es que la película a mí no me ha defraudado. Y no lo ha hecho porque uno no espera ver diálogos ingeniosos, actuaciones portentosas o sesudas reflexiones. Uno sólo pide que haya mucha acción y que Rambo kicks some ass. Y vaya si lo hace.

Entre Sylvester, que tiene unas diez líneas de diálogo en las que dos son la misma frase -"vete a casa"-, Ryan Chapelle, muy por debajo (interpretativamente hablando) de su nivel en 24 y la novia soseras de Dexter, película ventilada. Ah, y un puñado de chinos (total, nadie echará de menos a un puñado exterminados por nuestro héroe americano) y mucho, mucho efecto especial.

Son 90 minutos (ni uno más gracias) de pura acción a saco. El referente más cercano a la manera en que está rodada la acción es el desembarco de "Salvar al soldado Ryan". O lo que es lo mismo, cámara en mano y venga de sangre, brazos, piernas, vísceras y demás complementos. El realismo, francamente, te salpica en la butaca. El resultado: una película de acción sencillamente fantástica.

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