Yipi ka yei, Norris Hopewell

El pasado viernes hubo un reencuentro. Zaragoza, estadio de la Romareda, 37.000 pavos plantados esperando a los Héroes del Silencio. Y allí, en primera fila desde varias horas antes, un tipo delgado, vestido rigurosamente de negro, con camiseta del grupo y tatuaje ad hoc, masca los últimos instantes de una espera de diez años, desde que los Héroes se despidieran de su público con la promesa de una gira en el nuevo milenio.

Me lo imagino allí, posiblemente con su calimocho en la mano, esperando a que caiga la noche, las luces se enciendan y el primer acorde de Sound tou siren rasgue la noche maña.
Ha pasado mucho tiempo, demasiado quizás, pero él siempre mantuvo la ilusión. Y ahí está, después de tantos años, el premio que Blaski esperaba con ansiedad.

El puto Blaski. El único sevillano de León. Hopewell, si prefiere, en homenaje al psicópata héroe de leyenda que él mismo dio a luz.

Viéndonos, nadie diría que nos parecemos tanto. Y, sin embargo, así es. Desde que nos conocimos, recién llegados a Madrid muchos años atrás, muy pocas veces hemos tenido criterios distintos. Sea para juzgar una película, la política, un capitulo de Jack Bauer o la vida en general, es complicado que nuestras cabezas no estén en línea.
En lo único que disentimos radicalmente, gracias al cielo, es en las mujeres. Tenemos el mercado segmentado según criterios perfectamente definidos que permanecerán en secreto hasta que nos digan sayonara, baby.

Y el caso es que es un tipo del que resulta complicado hacerse amigo. Bueno, hay que precisar. Es complicado acercarse a él, es un tío bastante reservado, discreto y hasta cierto punto tímido. A su pesar, muy del norte. Pero una vez que consigues prender la chispa adecuada, ahí te quedas en su lista de amigos del alma.

Lo que más llama la atención de él es una sola cosa: su cabezonería. Su empecinamiento. Su fijación en conseguir lo que se propone. Una de las primeras cosas que me dijo cuando nos conocimos fue que un día sería director de cine. Menudo flipado, me dije sin pensarlo dos veces. Pues bien. Muchos cortometrajes, reportajes, vídeos de boda, alguna serie y hasta un disco (ejem) después, apuesto mi cuello a que lo conseguirá.

En su día prometimos crear una productora y hacer proyectos como debe ser... según nuestro criterio. Es decir, principalmente, entretenidos. Y, aunque ahora estemos entre dos tierras, lejos, para aprender cada uno por nuestro lado, la idea sigue ahí. Ya tendremos tiempo para dedicarnos a él.

Un tío de una pieza, de los que quedan pocos, uno de los 300 espartanos que te gustaría tener a tu lado cuando te toque plantarle cara al mundo. Un gran tipo, este Blaski.

1 comentarios:

Hopewell said...

Casi lloro!!!
Te equivocaste en una sola cosa: No bebí ni una gota de alcohol en el concierto, y conociéndome como me conoces deberías saber por qué: Cuando bebo, olvido muchas de las cosas que hago, ¿y tu crees que me iba a arriesgar a olvidar un concierto que llevo esperando diez años? Ni de coña. Ya beberé en otros conciertos de otros grupos que me den igual.
Por lo demás, muy chulo, nunca habían escrito algo de mi tan bonito, así que, gracias.
Y sí, es la mejor banda nacional le pese a quien le pese, tu incluido. Y si no, cuando el puto jarabe de palo (está claro en qué nos diferenciamos tu y yo) venda más de 300.000 entradas en apenas horas, llene estadios con facilidad abrumadora y sus conciertos se emitan via satélite en cines de toda españa para los fans que se han quedado sin entrada, me lo dices.
Y repito... gracias.